jueves, diciembre 25, 2025
Ideas
Álex Ron

Álex Ron

Escritor y catedrático universitario.

Imposible decir adiós a los chicos del barrio Malvinas

La sentencia del Tribunal Penal es una brisa de esperanza, especialmente para los familiares de los niños asesinados. Daniel Noboa es el principal responsable de todas estas violaciones a los derechos humanos porque ha creado un Estado aporofóbico, que criminaliza la pobreza.

«Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose».

Julio Cortázar

 

8 de diciembre de 2024, 9 y 15 p.m, avenida principal, sur de Guayaquil. Aparece una camioneta blanca de doble cabina; de ella bajan raudamente doce soldados uniformados con rifles de asalto. Rodean a un chico de 14 años que esperaba un bus y que se entrega sin ofrecer resistencia. El menor de edad es subido a la camioneta donde un soldado le propina un puñetazo. En una esquina del balde, otro niño, acurrucado en posición fetal, intenta levantar la vista, pero es pateado. La escena es desgarradora, atroz, porque nos recuerda a las dictaduras de los años setenta en el Cono Sur. No, no se trata de un documental sobre la época de Pinochet o Videla: el vídeo corresponde a Guayaquil. Este vídeo recorrió todo el mundo, y el gobierno ecuatoriano ya no solo fue visto como el régimen de un magnate del banano, sino también como una dictadura.

El 24 de diciembre de 2024, a 11 kilómetros al sur de Taura fueron hallados, entre manglares, los restos calcinados de Ismael, Josué, Nehemías y Steven. Fue la Navidad más triste que hayamos vivido en Ecuador. Un año después, tres días antes de Navidad, el CuartoTribunal de Garantías Penales del Guayas, declaró culpables a 16 militares por la desaparición forzada de los niños de Malvinas. El fallo condenó a 11 militares a la pena máxima de 34 años y ocho meses de prisión, otros cinco soldados recibieron condenas de treinta meses tras acogerse a la figura de cooperación eficaz. Nehemías, Steven, Ismael y Josué, han sido reconocidos como mártires de un crimen de Estado. Esta Navidad ya no estarán estos niños celebrando con sus padres, pero al menos NO se ha dejado en la impunidad el crimen de estado más desgarrador del siglo XXI.

Definitivamente, la sentencia del Tribunal Penal es una brisa de esperanza, especialmente para los familiares de los niños asesinados. Daniel Noboa es el principal responsable de todas estas violaciones a los derechos humanos porque ha creado un Estado aporofóbico, que criminaliza la pobreza. Imposible olvidar que en el penúltimo debate presidencial no quiso ofrecer disculpas a los padres de los niños asesinados. Su ministro de defensa, Loffredo amenazó a una jueza y defendió a los militares aduciendo que los niños eran delincuentes. Al mismo tiempo, un batallón de trolls y medios de comunicación corporativos crearon un tinglado de mentiras para construir el imaginario de que los chicos estaban robando. Los estigmatizaron por ser negros y vivir en un barrio miserable de Guayaquil.

Tenemos un ejército que ha actuado cobardemente yéndose en contra de la gente más humilde y vulnerable. Hablamos de soldados pagados por todos los ecuatorianos, que están para servir y proteger, no para sembrar miedo y abusar de la fuerza bruta. Esta es una época sombría porque no solo son los casos de Nehemías, Steven, Ismael y Josué. Existen más de 43 desapariciones forzadas por el ejército de Daniel Noboa. Vivimos bombardeados de noticias falsas difundidas por medios de comunicación que han actuado como defensores acérrimos de un gobierno que nos deja como Navidad a los ecuatorianos un país con más de 9000 asesinatos. Somos la quinta nación más violenta del mundo, segunda en América.

Imposible no sentir gratitud con los familiares de los chicos de Malvinas, su tenacidad y fortaleza espiritual, para luchar contra viento y marea hasta que se hizo justicia. No desmayaron, junto a sus abogados y a los defensores de derechos humanos como Fernando Bastias. No se amilanaron frente al poder descomunal de Loffredo y todos los periodistas lacayos de Noboa. Épicamente, recuperaron la dignidad de sus hijos.

Lamentablemente, la mayoría de los ecuatorianos creyeron en la versión del gobierno y sus pseudoperiodistas que acusaron a los niños de delincuentes. Recuerdo un debate realizado con mis estudiantes de la Universidad San Francisco de Quito. Para mi sorpresa, la mayoría de mis alumnos, estaban convencidos de que los niños de Malvinas no eran “ningunos angelitos”. Les repetí que existían vídeos donde se ve claramente que los chicos no estaban armados y en el supuesto de que estuviesen robando el ejército tenía que entregarlos a la policía. Además, circuló otro vídeo donde se veían a los chicos siendo torturados por los militares, los golpearon con las boquillas de los fusiles y les dispararon a pocos centímetros de sus cabezas. No existió respeto a la ley, porque nunca se dio acusación en fiscalía contra ellos. Los militares actuaron sin compasión, ni sentido común. Pero para mis estudiantes los “chicos no eran angelitos”. Allí me di cuenta del poder que tenía la maquinaria publicitaria del gobierno.

Lo sucedido con los niños de Malvinas, no fue un incidente aislado porque hablamos de una patrulla de 18 militares, que secuestran a cuatro menores de edad indefensos e inocentes, solo porque los chicos eran negros y pobres. El ejército los estigmatizó y los soldados actuaron vilmente, por ello no basta castigar solamente a los perpetradores de este crimen atroz sino también enjuiciar a las cadenas de mando y a los estrategas de seguridad cuyos ejes para actuar son la violación de los derechos humanos, el populismo penal y la criminalización de la pobreza.

Falta mucho para que podamos hablar de “Verdad, Justicia y Reparación” porque el Estado ecuatoriano debería defender la memoria colectiva de estos chicos, ellos fueron víctimas de la felonía más espeluznante de este gobierno que actúa sin brújula, guiado por paradigmas clasistas y racistas. Ojalá el crimen de Estado en contra de Nehemías, Steven, Ismael y Josué no se repita, porque cuando el ejército los detuvo, torturó y asesinó, algo dentro de los que aún creemos en la justicia y en la paz, también fue devastado.

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